La plenitud del Instante
El siguiente texto fue leído en la presentación del libro "Líricos Instantes", de Missael Duarte.
La plenitud del Instante.
Por Victor Ruiz
La imagen poética puede caracterizarse como un vínculo directo de un alma a otra, con esta frase de Gastón Bachelard, podría también describir la poesía de Missael Duarte, reunida bajo este lúcido cuaderno titulado “Líricos Instantes”. En efecto, en este conjunto de poemas, es evidente ese diálogo de pronombres que se lleva a cabo, desde un lenguaje sobrio y depurado, entre la amada y el yo lírico. Las palabras son puentes, vías de acceso que trazan sobre lo efímero esa llama que se consume al momento de ser nombrada, pero que queda resonando en ese instante donde siempre será ahora.
La imagen poética puede caracterizarse como un vínculo directo de un alma a otra, con esta frase de Gastón Bachelard, podría también describir la poesía de Missael Duarte, reunida bajo este lúcido cuaderno titulado “Líricos Instantes”. En efecto, en este conjunto de poemas, es evidente ese diálogo de pronombres que se lleva a cabo, desde un lenguaje sobrio y depurado, entre la amada y el yo lírico. Las palabras son puentes, vías de acceso que trazan sobre lo efímero esa llama que se consume al momento de ser nombrada, pero que queda resonando en ese instante donde siempre será ahora.
Instante en el que la experiencia del lenguaje toma forma para entregarse a intensidades sublimes, percibidas fuera de la experiencia sensible de la existencia, como bien nos dice Missael en “El Beso”, poema de gran aliento y belleza, basado en la escultura del artista francés Augusto Rodin, en el que la pareja de amantes en movimiento quedan retratados en una imagen, sólo captada por el lente del tiempo de la palabra poética: son instante sublime/trasmutado en forma manifiesta/ de inteligible IDEA inmutable.
En “Líricos Instantes”, la realidad queda replegada para dar paso al ideal, esa materia intangible en la que el verbo del poeta se encarna, no para atrapar una belleza abstracta, sino para intentar salvar al mundo de su transitoriedad, De ese mundo de fronteras, mentiras/que se difunden por los medios de comunicación/… de ese mundo donde las manos/usan armas, teología, computadoras, símbolos/y banderas, de ese mundo en el que la belleza ha sido suplantada por el signo del consumo es del que nos quiere salvar el poeta, para transportarnos en breve pausa de tiempo, como ráfaga de sombra, a ese segundo irrepetible en el que no hay nombres que nos denominen, luz y sombra, pasado y presente, sólo la misteriosa comunión de/dos hojas de cuerpo cubiertas.
Según Bachelard “…un breve poema, debe dar una visión del universo y el secreto de un alma, un ser y unos objetos, todo al mismo tiempo”, es decir, toda la materia del poema debe ser contemplada bajo el foco del instante. Ese instante en el que musa, ángel o duende trazan el camino a seguir por el yo lírico, para llegar a ese estado de concentración en el que se aquieta y aclara el espíritu, y así, dar inicio a la imago del lenguaje en plenitud de instante.
Víctor Ruiz
Estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAN-Managua.
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